Por Fernanda Beigel1
El uso de indicadores para medir la producción científica es, y ha sido, un tema controvertido. Arvanitis y Gaillard2 argumentaron tempranamente que era esencial tener en cuenta la “especificidad de la cienciometría de los países en desarrollo”. En lugar de una diferencia de calidad, señalaban que la distancia era una cuestión de proporciones. Para observar el desarrollo científico en la periferia, era, entonces, fundamental evaluar las características particulares del marco institucional, la evaluación académica, la movilidad y las estrategias de publicación. Pero lo cierto es que el ISI, sus índices y el Factor de Impacto terminaron por imponer una idea de ciencia mainstream vinculada a aquellos artículos publicados en revistas incluidas en el SCI y por oposición, una idea de ciencia periférica, nominando allí todo lo que estaba fuera de esta base de datos. Lo local e internacional, ambas características inseparables de la producción científica se volvieron divisibles en términos del proceso de reconocimiento académico: los científicos periféricos terminaron circunscritos a la circulación local mientras que los académicos de las universidades centrales acumularon capital científico “internacional”.
Más que reforzar las asimetrías espaciales, que separaban a las comunidades marginales y los “centros de excelencia”, durante el proceso de desarrollo de este sistema académico mundial, la lógica de la circulación condujo a la segmentación de diferentes formas de consagración dentro de la periferia. Dos caminos opuestos comenzaron a observarse: por una parte, las elites que solo escriben en inglés y publican en revistas de corriente principal, integrándose en redes internacionales pero resignando poder local y, por la otra, los académicos que escriben en sus idiomas maternos, distintos del inglés, en revistas no indexadas, que se recluyen en posiciones de poder en el terreno académico local.
Lejos de desvanecerse, en las últimas dos décadas, el concepto de ciencia mainstream o de corriente principal se consolidó globalmente porque las publicaciones pasaron a ser el eje principal de la evaluación institucional e individual también en la periferia. El uso de la bibliometría contribuyó a reforzar el papel hipercentral del inglés como lingua franca y la extensión de un estilo progresivamente homogéneo de escritura y publicación académica. La “universalización” de los criterios de evaluación de SCI fue impulsada por el creciente interés de las revistas de todo el mundo para ingresar al complejo ISI (hoy Clarivate), incluidas las revistas de comunidades periféricas deseosas de pertenecer a la “corriente principal”, que cambiaron al idioma inglés y las instituciones preocupadas por subir en los rankings internacionales – cuyos indicadores estaban monopolizados por esa misma fuente.
Ahora bien, el prestigio adquirido por una publicación en una “revista ISI” fue universalizado como sinónimo de “prestigio internacional” mientras la influencia concreta en los debates de la ciencia difieren fuertemente según se trate de un investigador/a afiliado/a a la academia estadounidense o de un/a investigador/a chino/a. Y es aquí donde la historia de cada campo y su proceso de “acumulación originaria” de prestigio ISI juega un papel determinante para el establecimiento de jerarquías estructurantes del proceso de circulación.
Si ahora miramos este proceso desde los espacios que tradicionalmente fueron construidos/clasificados como “periferia” veremos que hay evidencias de distintos estilos de producción y, por lo menos, cuatro vías de circulación de esa producción: a) la integración dependiente que va desde la publicación en inglés sólo en revistas mainstream, la publicación de pago, hasta la estrategia institucional o estatal de conversión de revistas al inglés y/o indexación de una creciente cantidad de revistas locales en estos sistemas; b) las redes y circuitos transnacionales en acceso abierto; c) la circulación regional sostenida por redes e instituciones públicas (léase latinoamericana o africana por ejemplo); y d) la resistencia que incluye los boicots, las revistas universitarias no indexadas, la transferencia y el diálogo con las demandas sociales de la comunidad, hasta los circuitos locales fuertemente endogámicos.
Vale la pena detenerse un instante a reflexionar sobre la primera vía: ¿de qué modo se construye ese capital científico internacional que parece conferir la publicación en revistas “WoS-ISI”? Para comprender este proceso de consagración deben observarse empíricamente las combinaciones específicas de esas estrategias individuales, los marcos institucionales y las culturas evaluativas, articulando el análisis de los circuitos de publicación con la estructura del campo científico nacional. En los centros periféricos que hemos estudiado, aquellos que han alcanzado un papel dominante dentro de las regiones del Sur, pero una posición dominada en la “ciencia mundial”, “lo internacional” se construye y se valoriza nacionalmente. Pero rara vez esa consagración traspone los límites nacionales/regionales.
Para conocer las otras vías existen pocos estudios más allá de las bases de datos disponibles de los sistemas de indexación de corriente principal, en consecuencia, sabemos muy poco sobre la producción fuera de ese circuito que se consagró durante los últimos 40 años como guardián y garante de la excelencia de la producción científica. Los repositorios regionales y nacionales han sido generalmente descuidados en los informes mundiales de internacionalización académica e investigación científica y solo recientemente estamos empezando a conocer las dimensiones de estos espacios de circulación.
Por su parte, las revistas no indexadas han sido habitualmente subvaloradas como endogámicas y de baja calidad, un juicio de valor que, conviene decirlo, aún no se ha demostrado. Nuestros estudios empíricos nos han permitido observar que los circuitos locales son muy dinámicos. Es llamativa la cantidad de revistas científicas activas que existen en países de América Latina como Argentina y Brasil. Por lo menos un 50% de las publicaciones de esos países vive fuera del mundo de la indexación, con lo cual es necesario desatar el nudo existente entre indexación y circulación para conocer la diversidad de la producción científica local. Es necesario desmontar desde sus bases la extendida creencia que identifica la corriente principal con la excelencia, lo regional con una calidad exótica o subsidiaria y lo local con la endogamia.
Este nudo es particularmente caro en los rankings universitarios, porque son construidos con indicadores que priorizan la medición de resultados de investigación pero recopilan información exclusivamente en las bases de datos de corriente principal (WoS – Clarivate y Scopus). Rankings como THE, ARWU-Shangai, Webometrics, THE-QS o Scimago Institutions Rankings, se crearon principalmente para intervenir en los flujos internacionales de estudiantes que eligen sus instituciones de destino sobre la base de estos informes. Pero se convirtieron progresivamente en una fuente directa para reforzar el prestigio de un pequeño grupo de universidades, de las principales revistas y las editoriales oligopólicas. Varios autores han señalado que estos rankings se basan solo en datos bibliométricos y premios internacionales, en consecuencia, están orientados por la competitividad global en lugar de observar realmente la performance en investigación. Incluso en los recientes intentos de construir multi-rankings, las capacidades de investigación de las universidades ubicadas fuera del núcleo académico tradicional se miden fuera de contexto y sin contemplar los diversos circuitos de publicación.
Hay un relativo consenso, a estas alturas, acerca de que la idea de ranking, en sí misma, sirve más como un instrumento para la mercantilización que como una herramienta para las políticas científicas. Detrás de los rankings universitarios hay una noción de jerarquía descendente que se construye sobre la base de modelos de universidades muy concretas, como Harvard, Stanford o Cambridge, sin contemplar diversos estilos institucionales, culturas científicas y mucho menos, el impacto social. Infieren niveles de calidad educativa sin incluir indicadores de enseñanza ni observar la función de docencia, sino a través de las capacidades de investigación. Desde América Latina, la Conferencia Regional para la Educación Superior señaló las limitaciones de los rankings universitarios y abogó por criterios regionales para la acreditación universitaria. Afirmó el carácter de la universidad como un bien social y público, señalando los riesgos que conlleva priorizar los criterios “globales” contra los regionales/nacionales/locales.
Un intento relevante para crear un conjunto más completo de indicadores para los países de la región es el Manual de Santiago. La “internacionalización” se define como un concepto complejo y poliédrico, aunque su movimiento unidireccional no se problematiza. Además de los premios y publicaciones internacionales, recomienda observar un conjunto diverso de interacciones, como movilidad académica, acuerdos internacionales, redes y otros medios para la colaboración en investigación. Sin embargo, las bases de datos utilizadas para medir publicaciones son las mismas que en los rankings universitarios, por lo tanto, los datos terminan siendo estrechos para explicar las distintas direcciones de la circulación de la producción. Una medición de la producción científica desde la periferia implica una transición no solo técnica, sino conceptual desde el paradigma de la internacionalización a la circulación, incorporando todas las interacciones: lo local, nacional, regional, transnacional e internacional.
Después de muchos años de observar el desarrollo del campo científico en la periferia, a través de un programa colectivo de investigación en el que hemos realizado estudios nacionales y análisis comparativos de procesos de institucionalización, profesionalización e internacionalización3, actualmente proponemos abrir una discusión para crear un instrumento capaz de conocer las modalidades de circulación de la producción del conocimiento en la periferia contemplando diversas direcciones de esos intercambios y diversos estilos institucionales. La propuesta es construir un Índice Institucional de Circulación de la Producción Científica que apunta a discutir la noción reductiva de “internacionalización” que subyace a los estudios de la ciencia y los análisis comparativos de educación superior, generalmente aceptada, sin considerar las relaciones de dominación que afectan al campo académico y que se traducen en las bases de datos disponibles.
Este Índice se propone invertir el proceso habitual de construcción de indicadores, que normalmente se nutren desde bases de datos “internacionales”, para construirlos, en cambio, desde la observación en el nivel local. Su diferencia, más bien su oposición con los rankings, radica en que se trata de una herramienta de clasificación anti-jerárquica, que apunta a observar las interacciones de las universidades de la periferia en sus distintas direcciones y no sólo con el polo académico dominante. Sus beneficios en términos de una comprensión más amplia de la diversidad de estilos institucionales involucran altos costos en relación con el relevamiento de los indicadores puesto que requieren datos primarios para cada institución. Pero se trata de un instrumento pensado para diagnóstico y recomendaciones de política pública, por lo que su implementación dependerá del interés que pueda generar en los ministerios de ciencia y tecnología de los Estados latinoamericanos.
Notas
1. Lo que sigue es el resumen del artículo publicado en la revista Nueva Sociedad, no. 274, marzo-abril de 2018, pp.13-28.
2. ARVANITIS, R. and GAILLARD, J. Vers un renouveau des indicateurs de science pour les pays en développement. In: ARVANITIS, R. and GAILLARD, J. (ed.). Les indicateurs de science pour les pays en développement/ Science Indicators for Developing Countries. Paris: L’Orstom, 1992.
3. Me refiero al Programa de Investigaciones sobre Dependencia Académica en América Latina (PIDAAL) que funciona en el marco del Conicet y la Universidad Nacional de Cuyo, en la ciudad de Mendoza-Argentina, y está compuesto por 17 investigadores y becarios doctorales y posdoctorales. En este marco hemos desarrollado estudios históricos del desarrollo del campo científico en Argentina y Chile; estudios estructurales del campo académico argentino actual basados en relevamientos empíricos de universos de institutos y trayectorias de investigadores acreditados; estudios de cultura evaluativa con observación participante; estudios de revistas científicas de todos los países de América Latina; una encuesta trinacional (Chile, Brasil y Argentina) de internacionalización académica y capacidades lingüísticas; entre otras monografías, estudios de caso y tesis doctorales con objetos relacionados.
Referências
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Sobre Fernanda Beigel
Fernanda Beigel es Investigadora Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y Profesora Titular de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza, Argentina). Dirige el Programa de Investigaciones sobre Dependencia Académica en América Latina (PIDAAL).
Como citar este post [ISO 690/2010]:
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Muy interesante la aparición del resumen del artículo
http://nuso.org/media/articles/downloads/TG.Beigel_274.pdf
en el blog, ¡Es muy importante que estén presentes estudios alternativos a la tendencia dominante en comunicación científica!