Por Suzana Liskauskas y Sonia Vasconcelos
La atención internacional en cuestiones éticas involucradas en la comunicación científica es cada vez más evidente y viene aumentando en las últimas décadas. Esta atención incluye la del público, que viene teniendo mayor acceso a noticias sobre ciencia y sobre el modus operandi de su sistema de publicaciones. En este amplio panorama de noticias se incluyen casos de mala conducta en investigación y otras infracciones éticas en el ámbito de la producción científica. Aunque hay discrepancias en el porcentaje de registros de investigación que implican mala conducta – fabricación, falsificación y plagio, en la definición más formal del término – este número no superaría el 2%. Sin embargo, además del factor cuantitativo, el potencial impacto científico y social de estos casos es una de las mayores preocupaciones de investigadores, educadores y gestores.
En los medios, la repercusión generalmente es mayor para casos de mala conducta en investigaciones con gran potencial de aplicación en áreas de inmediato interés público. En las ciencias biomédicas, por ejemplo, uno de los casos con amplia publicidad internacional involucró al científico japonés Yoshiko Sasai, que era considerado uno de los más respetados en el campo de la biología del desarrollo. Sasai fue uno de los responsables de la fundación del Center for Developmental Biology (CDB) del prestigioso instituto RIKEN, Japón. Junto con colaboradores, incluyendo a la joven científica Haruko Obokata, Sasai venía trabajando en un método supuestamente prometedor de conversión de células somáticas en células pluripotentes, definido como Stimuli-Triggered Acquisition of Pluripotency (STAP, adquisición de pluripotencia inducida por estímulo). Los resultados del estudio1 se publicaron en la revista Nature en 2014. Obokata era la primera autora de los dos artículos, cuyos resultados habrían aplicado en varias áreas, incluyendo la medicina regenerativa.
Para una representación más objetiva de las expectativas en torno a esa contribución, citamos una materia2 publicada en 2016 en la revista estadounidense The New Yorker, En la materia2, Dana Goodyear relata que “para el 2020, según la firma consultora Frost & Sullivan, las terapias con células madre serán una industria global de cuarenta y cinco billones (americanos). STAP parecía ser un puente hacia los objetivos esperados por largo plazo del desarrollo de drogas específicas de pacientes, la modelización avanzada de enfermedades, y eventualmente, la habilidad para regenerar las partes del cuerpo sin el riesgo de el rechazo del sistema inmune”. La autora añade que “Sasai compara STAP a la reorganización del cosmos de Copérnico. Una lluvia financiera, o el Premio Nobel podría esperar a sus descubridores”. Las publicaciones de Nature en 2014, tuvieron inmediata repercusión en los medios y en la comunidad científica.
Investigadores del área manifestaron dificultad para reproducir los resultados descritos en los artículos, y posteriormente una investigación indicó que había serias distorsiones en los datos de la investigación. Los artículos publicados en enero de 2014 fueron retractados en julio del mismo año. En el título “STAP retracted”3, el editorial discute las retractaciones y relata que “Subyacente a estos asuntos, a menudo, es el manejo de los datos, o en su análisis, o en lo la forma inadecuada de mantener las notas del laboratorio… Una manifestación de estos problemas ha sido el crecimiento de la cantidad de correcciones reportadas en las revistas en años recientes”.
Las múltiples repercusiones asociadas a esas retractaciones en la academia incluyen el desmantelamiento del propio CDB y relecturas sobre el ambiente de investigación en las instituciones japonesas, que parecen haberse profundizado con el suicidio de Sasai, en agosto de 2014.
Los obituarios publicados en revistas científicas de gran visibilidad presentan claramente la prometedora trayectoria científica de Sasai. Uno de ellos4, de autoría del profesor Arturo Alvarez-Buylla, de la University of California at San Francisco, comenta: “Dado el orgullo que sentía Yoshiki por el trabajo que estaba haciendo en su país de origen, su disfrute y devoción por la buena ciencia, su familia y la vida en general, me sorprendió saber que el 5 de agosto mi admirado colega y querido amigo se había tomado su propia vida. Claramente, su estado mental recibió un fuerte golpe por la avalancha de atención de los medios y los meses de acusaciones en torno a dos artículos de Nature publicados en enero en el laboratorio de Haruko Obokata”. Sasai habría registrado, poco antes del suicidio, que estaba cansado de “los ataques injustos en los medios de comunicación y la responsabilidad que sentía hacia RIKEN y su laboratorio”5.
Esta pequeña exposición del referido escenario no ofrece elementos suficientes para una consideración de la real dimensión del impacto de este caso en la propia comunidad científica, en los medios y en la percepción pública sobre las razones que pueden motivar otros casos. Sin embargo, este pequeño cuadro sugiere la importancia del papel del periodismo científico en casos como éste – que abren espacio para promover una comprensión más amplia del público sobre desafíos éticos y sociales que el sistema de investigación hoy enfrenta. Entre los factores asociados a estos desafíos está la confianza pública en la ciencia – motivo de fuerte preocupación de investigadores y gestores.
En el ámbito de las publicaciones, vienen siendo empleados esfuerzos crecientes que, en alguna medida, responden a estos desafíos. Estos esfuerzos tienen por objetivo intensificar los mecanismos de autorregulación de la ciencia y “corrección” del registro de investigación en el ámbito de la comunicación científica. Esta corrección no siempre es motivada por casos de mala conducta en investigación, pudiendo ocurrir que la identificación de un error honesto puede invalidar resultados publicados. Estas iniciativas editoriales multiplican las estrategias y las percepciones sobre la necesidad de aumentar la confiabilidad del registro de investigación.
Compartimos la idea de que aumentar esa confiabilidad – de los pares y del público – es una de las demandas que la comunidad científica viene buscando responder de forma proactiva y objetiva. Consistente con esa idea, los mecanismos de corrección de la literatura científica vienen siendo ampliados.
A diferencia de lo que ocurría hace cerca de dos décadas, cuando la corrección formal de un artículo científico era rara, hoy ese recurso se viene integrando a la cultura editorial de publicaciones. En este contexto, la influencia de este proceso de corrección en el flujo y patrón de noticias sobre ciencia merece especial atención. En los últimos años, con un público con mucho más acceso – y tal vez más atento – a esas noticias, el papel del periodismo científico en la sociedad también gana desafíos adicionales. En el artículo “How Journalists Can Help Hold Scientists Accountable”6, publicado en 2016 en la revista Pacific Standard, el periodista Michael Schulson discute algunos de estos papeles, pero también hace algunas provocaciones. En una de ellas, Schulson describe que “Los periodistas generalmente no dicen que ‘los hechos cambian’; es trabajo de un periodista definir y publicar los hechos”. El autor añade que “Incluso en las publicaciones más respetadas, los periodistas científicos tienden a posicionarse como traductores, convirtiendo el lenguaje técnico de los artículos científicos en resúmenes accesibles para el público”. En la visión de Schulson, “La suposición es que el texto fuente que están traduciendo, la investigación científica original, les llega a ellos como un hecho irrecusable”.
Esta perspectiva de Schulson puede ser considerada exagerada por algunos periodistas de ciencia, pero parece ir al encuentro de cuestiones ya planteadas por Boyce Rensberger en un ensayo7 publicado en Nature. Rensberger dirigió el Knight Science Journalism Fellowship Programme en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) entre 1998-2008. De acuerdo con el autor, “Para que los periodistas científicos recuperen su relevancia para la sociedad, no solo deben dominar los nuevos medios, sino que deben aprender suficiente ciencia para analizar e interpretar los hallazgos — incluidos los motivos de los financiadores”.
Recientemente, Kathleen Hall Jamielson, directora del Annenberg Public Policy Center de la University of Pensilvannia, al discutir el análisis de narrativas que considera equivocadas en los medios en un artículo8 publicado en PNAS, apunta la necesidad de cambio en la forma en que el proceso de auto-corrección de la ciencia se viene comunicado al público. Una de las ideas que la autora fomenta es la de que viene ocurriendo un desbalance entre la divulgación de violaciones de integridad científica y los intentos de evitarlas. La autora destaca el papel del periodista para “aumentar la comprensión de la sociedad sobre la ciencia y minimizar la vulnerabilidad pública a las distorsiones en la ciencia”9. En el marco de la corrección de la literatura, Hall Jamielson refuerza la perspectiva de Fanelli y de Marcus y Oransky. En esta perspectiva, el aumento de las retractaciones, por ejemplo, sería una buena señal (en términos de respuesta al problema), indicando que la autorregulación de la ciencia estaría funcionando.
Aunque hay otros factores que profundizan nuestra comprensión sobre las retractaciones, una cuestión que emerge en este panorama es como ese proceso de corrección de la literatura debe articularse con la dinámica de divulgación de noticias sobre ciencia. Para la interfaz ciencia-público, la exposición a esta creciente actividad de corrección abre un espacio singular que puede fortalecer la comprensión pública sobre la ciencia, sus mecanismos de autorregulación y responsabilización. Como explorar ese espacio, fuertemente articulado con presupuestos de la integridad científica, es uno de los desafíos a todos los que están actuando en esa interfaz – incluyendo periodistas científicos. Como ya se ha indicado, “la sociedad necesita ver a la ciencia escudriñada y regurgitada si es para darle confianza a la ciencia, y los periodistas son una parte importante de ese proceso”10.
Notas
1. CYRANOSKI, D. Papers on ‘stress-induced’ stem cells are retracted [online]. Nature. 2014 [viewed 24 July 2018]. Available from: https://doi.org/10.1038/nature.2014.15501
2. GOODYEAR, D. The Stress Test [online]. The New Yorker. 2016 [viewed 24 July 2018]. Available from: https://www.newyorker.com/magazine/2016/02/29/the-stem-cell-scandal
3. STAP Retracted. Nature [online]. 2014, vol. 511, no. 7507, pp. 5-6, ISSN: 1476-4687 [viewed 24 July 2018]. DOI: 10.1038/511005b. Available from: https://www.nature.com/news/stap-retracted-1.15488
4. ALVAREZ-BUYLLA, A. Yoshiki Sasai (1962-2014). Nature [online]. 2014, vol. 513, no. 7516, pp. 34, ISSN: 1476-4687 [viewed 24 July 2018]. DOI: 10.1038/513034a. Available from: https://www.nature.com/articles/513034a
5. CYRANOSKI, D. Stem-cell pioneer blamed media ‘bashing’ in suicide note [online]. Nature. 2014 [viewed 24 July 2018]. Available from: https://doi.org/10.1038/nature.2014.15715
6. SCHULSON, M. How Journalists Can Help Hold Scientists Accountable [online]. Pacific Standard. 2016 [viewed 24 July 2018]. Available from: https://psmag.com/environment/journalists-should-hold-scientists-accountable/
7. RENSBERGER, B. Science journalism: Too close for comfort. Nature [online]. 2009, vol. 459, no. 7250, pp. 1055-1056, ISSN: 1476-4687 [viewed 24 July 2018]. DOI: 10.1038/4591055a. Available from: https://www.nature.com/articles/4591055a
8. JAMIESON, K.H. Crisis or self-correction: Rethinking media narratives about the well-being of science. PNAS [online]. 2018, vol. 115, no. 11, pp. 2620-2627 [viewed 24 July 2018]. DOI: 10.1073/pnas.1708276114. Available from: http://www.pnas.org/content/115/11/2620
9. HERTZIER, L. Why media should rethink the way it covers science [online]. Penn Today. 2018 [viewed 24 July 2018]. Available from: https://penntoday.upenn.edu/news/why-media-should-rethink-way-it-covers-science
10. Cheerleader or watchdog? Nature [online]. 2009, vol. 459, no. 7250, pp. 1033, ISSN: 1476-4687 [viewed 24 July 2018]. DOI: 10.1038/4591033a. Available from: https://www.nature.com/articles/4591033a
Referencias
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Enlaces externos
Sonia Vasconcelos <http://buscatextual.cnpq.br/buscatextual/visualizacv.do?id=K4776286J6>
Suzana Liskauskas <http://buscatextual.cnpq.br/buscatextual/visualizacv.do?id=K4247770H3>
Sobre Suzana Liskauskas
Estudiante de maestría en el Programa de Maestría Profesional en Educación, Gestión y Difusión en Biociencias en el Instituto de Bioquímica Médica Leopoldo de Meis (IBqM)/UFRJ. Estudia la influencia de las retractaciones en los patrones de noticias sobre ciencia. Especialista en Neurociencias Aplicada al Aprendizaje, por el Instituto de Psiquiatría/UFRJ. Periodista hace 20 años y su experiencia incluye actuación en el Globo Ciência, Jornal do Brasil, O Globo y Jornal da Ciência (SBPC).
Sobre Sonia Vasconcelos
Profesora del Programa de Educación, Gestión y Difusión en Biociencias del Instituto de Bioquímica Médica Leopoldo de Meis (IBqM)/UFRJ; coordinadora de la Cámara Técnica de Ética en Investigación/Pro-Rectoría de Postgrado e Investigación de la UFRJ. Es profesora de metodología de la investigación, ética en investigación y comunicación científica. Entre los intereses de investigación está la dinámica de comunicación científica y sus relaciones con la ética y políticas científicas.
Traducido del original en Portugués por Ernesto Spinak.
Como citar este post [ISO 690/2010]:
Este es un tema que cada dia merece la atención de las comunidades científicas. En primer lugar, porque las noticias deben estar estrechamente vinculadas con la posibilidad de reproducibilidad de los resultados de la investigación.
Se trata de un asunto muy sensible porque las noticias cientificas deben relacionarse, de un modo responsable con los descubrimientos y resultados reales de las investigaciones. Recordemos que muchas noticias son hipotesis de trabajo que abren caminos para nuevos estudios avanzados. Estos estudios al concluirse deben contribuir al incremento de la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo.